Español de nacimiento, napolitano por adopción y Caravaggesco por libre elección.
La lección del maestro milanés entra violentamente en la pintura de Jusepe de Ribera, quien en 1616 llega a Nápoles después de viajar por Italia.
Todos conocemos a San Girolamo y su vulgar, pero de Ribera se enfoca en su anciana y sus palabras, su rostro está aterrorizado.
Un ángel, como muchos en la historia del arte, está suspendido en la oscuridad. Suena una trompeta. Es la hora del Juicio Final.
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