La poética de los impresionistas ha sido expresada por muchos, pero Monet es quien la hace más completa y logra encarnarla en el mejor de los casos.
Una pintura casera, donde un pariente camina en el jardín de su casa en Le Havre. La naturaleza se representa de manera fotográfica en su profundidad creada por una luz pura y clara y por sombras audaces y bien definidas.
El centro de la composición está en el lateral, para aumentar la profundidad. El blanco de la mujer es el verdadero protagonista, tanto es así que Monet tuvo una idea de último momento, a la derecha del vestido blanco había un hombre, que fue removido para dar la prominencia correcta.
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